El Presidente López Obrador no se equivoca


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Al Presidente que tanto le gustan los dichos y expresiones populares habría que contarle lo que dijo Mauricio Merino en Foro TV el pasado domingo sobre la cancelación de las estancias infantiles: cuando se limpia la tina, no hay que tirar al niño con el agua sucia.

La expresión nunca ha sido mejor empleada pues si bien el Presidente probablemente acierte al señalar malos manejos en algunas de esas instituciones, la corrección no debería pasar por dañar a los mismos niños que se dice se busca proteger.

Sin embargo, afirmar – como algunos creen – que el Presidente está cometiendo un error al cancelar el programa en vez de arreglar las fallas, es caer en otro error.
La razón es simple: el presidente no está matando ese proyecto porque esté mal informado o tenga una valoración inadecuada de su impacto. La decisión del Presidente se mantiene porque es consistente con su manera de entender a la sociedad, a su gobierno y a su proyecto político.

Para López Obrador la sociedad – cuando se organiza – es corrupta, indigna de confianza. No se trata de casos aislados en su visión sino de la naturaleza de la misma sociedad civil. Ya sea que trabaje en seguridad pública, ciencia o estancias infantiles.

De ahí que el diario El Universal publicara este mismo fin de semana – y ya lo confirmó AMLO en su mañanera del lunes – que hay una orden en todo el gobierno para no entregar un solo peso a las organizaciones de la sociedad civil.
Como es evidente, no se trata de corregir fallas o castigar a las manzanas podridas sino de acabar con todas las organizaciones por que en su visión interfieren con el proyecto político del Presidente.

Para AMLO y no se cansa de decirlo, hay que eliminar las intermediaciones, lo que en los hechos se traduce en la construcción de una relación personalísima – como anuncian los llamados Servidores de la Nación en su recorrido nacional para construir un “censo” – entre el Presidente y los receptores del dinero.

Las organizaciones – que trabajan con dinero público, que no del Presidente – son un obstáculo cuando se trata de hacer una relación que reemplaza la idea de una política pública por una simple transferencia de recursos a la bolsa de los beneficiados, aunque en este caso – como han señalado múltiples voces – eso implique dejar volando los derechos de las niñas y niños que verán pasar el dinero para terminar quién sabe en qué uso.

El debate de las estancias infantiles es una joya porque muestra de forma transparente cómo piensa y opera el Presidente, que en este tema, como en otros que algunos quieren ver como un error, muestra que su proyecto es claro y que en su construcción – y desde sus objetivos – no se equivoca.

Mario Campos