¿El presidente y su soledad adelantada?


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El voyerista

Por Alfredo Guzmán

Escribo este texto desde el dolor que me genera la ausencia de un gato que no regresa a casa, desde hace varios días. Odio a los animales que traen mis hijos, porque no puedo odiarlos a ellos, luego de que se les ocurre traer animales, pero quien termina atendiéndolos soy yo y por ende encariñándome. Y los animales conmigo.
Se llama Gandall y es un gato blanco, hermoso y poderoso. Un gato alfa. Hijo de Claude y hermano de Nube. Frijol es negro y bello. Igual llegaba por sólo unos días, así dijo mi hija y nunca se fue, quizá sea el sucesor. Golum, es una gata que dejó un alma que no pudo apoyarla frente a mi casa, toda pulgosa y ahora convertida en angora con egipcia, es la más cariñosa. Pero la más tímida. Todos y todas esterilizadas.
Espero que al menos Gandall, esté bien donde esté. Pero lo extraño.
Regreso al tema que coloqué como encabezado del comentario.
Uno cosecha lo que cultiva. Las tormentas que se sembraron, crecieron y hoy, son el pan de cada día.
Un presidente poderoso, con el 55 por ciento de la votación, pudo convertir esos votos en una máquina de transformación social imparable. Inteligente, encontró en su lema anticorrupción, una veta inagotable, pues los gobiernos anteriores, tenían cola de lagarto. Más grande que el cuerpo. Pero se rodeó de gente igual.
Un tiempo pudo esconder esas amistades, pero hay algo que no se puede ocultar, venga de donde venga; el dinero y lo pendejo de quienes amasaron al amparo del poder, ese dinero.
Con habilidad extraordinaria para el manejo de medios, agenda y rutas de escape, que le permitieron evadir errores de sus funcionarios y propios, como hundir un aeropuerto de primer mundo en el fango y construir uno, como los productos de Simi, “igual, pero más barato”.
Que al final de cuentas costará 500 mil millones de pesos, con los 400 mil millones que costó destruir el NAICM y los 100 mil millones del Aeropuerto, tipo Flecha Roja Felipe Ángeles.
Con ese dinero, las vacunas, medicinas, carreteras y demás acciones que no se han realizado, estarían al tiro.
“El poder atonta a los inteligentes y a los tontos los vuelve locos.” Frase utilizada por AMLO.
Un presidente que no escucha a sus asesores y quienes osan decirle cosas que no quiere oír, los corre.
Un gobernante que su propia familia, lo exhibió como corrupto y le quemó la bandera que lo hizo poderoso desde hace años. Aunque hubo indicios de que algo se escondía bajo la alfombra.
Hoy, ese presidente poderoso, está solo. Sin posibilidades de hilvanar ideas nuevas. Molesto, enojado, crispado por no tener respuesta a la corrupción familiar, inventa enemigos, como España y ataca a los medios informativos que no siguen sus pautas.
Y también golpea a periodistas y a instituciones como el Instituto Nacional Electoral (INE) buscando desaparecerlo y ser él, el nuevo gran elector. O al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), porque no hace lo que él ordena.
Requiere algo que lo saque del marasmo, pero ha minado la posibilidad, al suponerse inmune al error, y perdiendo su capacidad de unir, ha construido a sus enemigos.
Sus enemigos ahora están en Morena y no tardan en hacer de su proyecto, una herencia familiar maldita. Matarse por lo que quede.
Sin poder construir una organización que no dependa del cacique, al perder poder éste, la crisis crecerá.
Al caer en desgracia, quienes han querido congraciarse, lo han hecho violentando las leyes.
Los otros enemigos, están a la expectativa. Primero los acorraló, se burló, los acosó y minó toda posibilidad de tejer acuerdos. Se veía inmenso y poderoso.
Llega a la mitad de su periodo, sin tener algo qué presumir. El aeropuerto Flecha Roja, perdón Felipe Ángeles, no tiene aviones ni líneas que aterricen. Tardará 25 años en cumplir el objetivo.
Las grandes reformas, no llegaron. Y las que tiene en la agenda, no pasarán. Tres años perdidos.
Pero cree tener ases bajo la manga. El proceso de ratificación, será un fracaso.
Yo esperaría en un acto de humildad, convocar a los mexicanos a construir un mejor país.
Pero los Dictadores, son los únicos seres, que no ven que se están hundiendo, hasta que desaparecen en el fango de la tierra movediza, que generaron por sus propios excesos.
Al tiempo.