El ridículo del Presidente y su Estado fallido


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Es una derrota del país. Es una derrota de la administración de Andrés Manuel López
Obrador. Es una derrota de la muy dudosa estrategia de pacificación que defiende en el
discurso.
Más aún, la figura presidencial es sometida, por la inconsistencia de la estrategia oficial, al
ridículo.

Los hechos de este jueves en Culiacán pintan un cuadro dramático del Estado mexicano
doblegado ante los criminales. El gobierno de la República libera al hijo de El Chapo
Guzmán “para proteger vidas” de los ciudadanos, según declaró a Reuters el secretario de
Seguridad Ciudadana, Alfonso Durazo.
La guerra de Culiacán -eso fue lo de este jueves- vino a coronar la semana negra del
gobierno mexicano en su política de seguridad: Aguililla, Iguala, Acámbaro, Nuevo Laredo.
Una semana en que la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, en un arrojo de
sinceridad declaró que estas masacres sucedían frecuentemente. Qué decirle: tiene
razón.
Y ante cada episodio, no varió el discurso fácil de una presunta apuesta por el enfoque no
violento, que se sacude la responsabilidad del Estado de brindar seguridad a sus
ciudadanos a través del uso legítimo de la fuerza. Los aparatos de seguridad
simplemente se rinden ante el poder de un cártel del narcotráco.

Después de que el primer mandatario se declaro conmovido por la cadena perpetua contra El Chapo Guzmán en Estados Unidos, de que se solidarizó con la madre y
las hermanas del capo, y les ofreció ayuda para que fueran a visitarlo, el grupo criminal al
que representa Guzmán Loera responde con fuego en las calles de Culiacán a la detención
de uno de sus hijos, Ovidio.
Una detención, además, que no pareció planeada por las autoridades. Más como un
encuentro fortuito.

El Estado aparece débil, sin brújula y errático frente al crimen organizado que despliega
sin pudor su poder de fuego a cualquier hora y en cualquier lugar, desaante e impune.
Es el fracaso del «abrazos, no balazos», del “fuchi, guácala” y de la retórica presidencial de
apelar a las mamás de los criminales para que se porten bien.

La posición del gobierno es delicada y la situación del país es grave. Es hora de recticar.
Les quedan cinco años.
Porque este jueves la imagen que presentamos al mundo fue, más que nunca, la de un
Estado fallido.

SACIAMORBOS
Si lo que dijo el secretario Durazo es real, resulta impensable que una decisión de este
nivel no la hubiera tomado el presidente. De él es, pues, la responsabilidad.

Fuente: El Universal