Espejito, Espejito…


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Miguel Ángel Arrieta

La remoción del Director de Comunicación Social del ayuntamiento de Acapulco, contiene elementos suficientes para determinar que la alcaldesa Adela Román Ocampo considera que la caída en sus niveles de aceptación, es responsabilidad del mensajero y no del mensaje. Pero pasa por alto que el área de prensa municipal es una especie de espejo que refleja los movimientos de su administración, no un espacio dedicado a moldear, como en el cuento de Blanca Nieves, lo que el gobernante quiere.
Por lo pronto, antes de continuar con la visión de hacer a un lado a quienes se atreven a decirle las cosas como son, Adela Román debe reconocer que el deterioro de su imagen no se localiza en una nebulosa política de comunicación social; lo que debe explorar es porqué después de más de un mes no se ha atenuado la crisis mediática de la falta de agua potable que la mantiene bajo el fuego de la opinión pública.
Cuando en un periodo de apenas poco más de un año has nombrado tres directores de comunicación social, reflejas la carencia de estrategias viables para resolver problemas urbanos antes de optar por cortar cabezas de funcionarios. En todo caso, si el golpeteo mediático a la oficina presidencial se origina en fallas de la dirección de prensa, lo conducente es analizar donde, porqué y quienes alimentan acciones que afectan la institución.
El problema es que la alcaldesa carece de sensibilidad para el tema de la comunicación. Desde su campaña electoral desdeñó el papel de los medios y hasta la fecha no tiene un diagnóstico del contexto retroalimentador prensa-ayuntamiento.
La estrategia, si es que puede llamarse así, de comunicación de la presidente municipal radica en escuchar y aprobar los informes de su asesor Ricardo Castillo Barrientos, ex director de prensa del ayuntamiento en el periodo de Juan Salgado Tenorio y ex asesor de Ángel Aguirre Rivero en el gobierno del estado.
Castillo se ha constituido en la mano que mece la cuna y realmente desempeña el papel de espejito al que la alcaldesa consulta todos los días para saber quién es la más hermosa del reino.
Coincidentemente, Castillo Barrientos fue quien asesoró a Juan Salgado para revertir la presión social que condenaba al entonces alcalde por su omisión para activar protocolos de protección civil durante el huracán Pauline, lo que resultó en fracaso. Al final de cuentas, Salgado Tenorio fue destituido por negligencia.
Lo mismo le pasó a Castillo Barrientos con Ángel Aguirre y el caso Ayotzinapa; el asesor sumó otro fracaso a su curriculum, lo que debería comenzar a reflexionar la alcaldesa cuando confía en este funcionario para cuidar su imagen.
De otra manera, no se explica porque ayer Adela Román designó como nueva directora de Comunicación de su gobierno a la reportera Guadalupe Guzmán Rentería, ex integrante del cuarto de guerra del priista Ricardo Taja Ramírez, durante el proceso electoral 2018 y quien además tiene una plaza como maestra de tiempo completo en la Secundaria Técnica Uno de Acapulco, lo que orilla a cuestionar ¿porque Adela Román insiste en integrar a su gabinete a servidores ligados a relaciones contractuales irrenunciables en otras esferas de gobierno?
Lo peor de no entender que en política la percepción supera a la información, es olvidar que Acapulco es una especie de mini estado. Los conflictos municipales se multiplican de acuerdo al esquema de la zona donde se registran. Las respuestas son insuficientes ante la estrechez presupuestal y la salida material debe sustituirse en muchos casos con sensibilidad en espacios de negociación.
En la oficina de la alcaldesa se detectan crecientes preocupaciones derivadas de la incontrolable inseguridad, el deterioro de instalaciones urbanas, la corrupción que prevalece en oficinas municipales y, sobre todo, por la falta de una propuesta tangible para solucionar el problema de desabasto de agua potable.
En el fondo, la alcaldesa sabe que a quien menos puede endosarle el costo de la crisis del agua potable es a comunicación social, pero desde un concepto empresarial relacionado al control de pérdidas, la despedida del jefe de prensa representa el costo menor para inducir que se trata de un problema derivado del mal manejo de imagen, y no de un desastre administrativo al que no le encuentra solución.
Lo que no quieren en la presidencia municipal es que se aprecien las grietas del gobierno de Adela, pero la ausencia de oficio político en el gobierno porteño los lleva a tomar decisiones arrebatadas que descubren debilidades y fracturas inocultables.