Por Erik Castillo Mendoza
La narrativa de odio y polarización del discurso político en México ha llegado a su meseta, de forma natural tiende a decrecer, los mexicanos nos acostumbramos y naturalizamos a tal grado la violencia discursiva, que esta ha dejado de ser resonante en el grueso electoral, situación que muy pocos han previsto, muchos piensan que atizarle al fogón seguirá dando frutos electorales y están en lo cierto pero este fenómeno será cada vez menos rentable.
Hoy la rentabilidad electoral se debe cimentar en escuchar, respetar, unificar, conciliar y armonizar a la sociedad.
Todas las voces, expresiones, visiones e ideologías deben ser válidas y sobre todo respetadas a cabalidad en el real ejercicio de la democracia.
El país de los «Chairos y Fifís» deberá pasar a la historia como un concepto equivocado de nación; por ende se ha de transitar hacia el México de gran visión que contemple como principales valores, el respeto, trabajo, colaboración, solidaridad y armonía.
Responsabilidad, transparencia y prácticas de buen gobierno deben ser llevadas a la acción para dejar de lado la simulación y justificación. México urge de buenos gobiernos, que sean responsables en todos los sentidos.
Si un gobernante quiere comunicar, deberá ser bajo el escrutinio ciudadano; la mentira, simulación y distracción han de quedar extintos en la nueva y venidera democracia mexicana.
La ciudadanía propone, la ciudadanía vota y para la ciudadanía se gobierna, quién logré entender este Modelo de Oferta Política Participativa Híbrida, tendrá el «santo grial electoral» para el 2024.
Pd. Es evidente que haber «soltado al tigre» dejó con graves zarpazos a los mexicanos.
Hoy, aquel que busque la silla tendrá que «liberar el águila» ya que México necesita levantar el vuelo, tener visión y descubrir nuevos horizontes.
