¿Nacionalismo o patriotismo?, debate no menor


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En el reciente encuentro entre los jefes de Estado de diversos países que participaron en la Primera Guerra Mundial, hubo una confrontación discursiva donde se ubicaron dos posiciones, por un lado, la afirmación de Trump sobre el predominio del nacionalismo, mientras que Macron, buscó contradecir dicho argumento anteponiendo la relevancia del patriotismo, como el elemento fundamental que debe guiar el comportamiento ciudadano. En realidad, el debate no es menor, pues lo que ambos quisieron decir tiene que ver con el espacio de la identidad nacional, pero la diferencia entre dichos conceptos tiene que ver con la forma en que esa identidad se entiende.

Ambos conceptos tienen connotaciones distintas, dependiendo del lugar en que se utilicen, pues, por ejemplo, en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial se redefinió, como parte de los procesos de reconstrucción de su identidad en el espacio de la educación cívica, el sentido de la identidad nacional y el uso del nacionalismo y el patriotismo.

En el caso de esta discusión, el señalamiento de Macron se refirió al posicionamiento de Trump como un nacionalista, en un evento de campaña la semana pasada, donde en realidad estaba hablando en contra del globalismo. En esa ocasión, Trump se refirió al hecho de que los globalistas buscan que al mundo le vaya bien, dejando a un lado el interés nacional, por lo que él prefería que a su nación le fuera bien, dejando a un lado el interés mundial.

La identidad nacional se construyó como un elemento que, en el contexto del Estado moderno, dio sentido a la idea de cohesión y convencimiento de pertenencia a una unidad política, el Estado, que no únicamente requería de una ley que, de manera vertical, asignaba un espacio de pertenencia. Sino que también se requería de referentes de identidad que, enraizados desde las emociones y los sentimientos, alimentados por historias que soportan tradiciones, le dieran sentido a la idea de pertenencia y convencieran a las personas de que su identidad nacional es fundamental para diferenciarse de otras y otros en el mundo.

El nacionalismo es una forma de esa identidad nacional, pero también se construyó como una corriente política en donde se resaltan las capacidades de una nación, así como su condición de causa primera, sobre las demás. A inicios del siglo XX en Europa, y a lo largo de todo es siglo en el resto del mundo, se configuraron nacionalismos que, en diversas ocasiones, determinaron el destino histórico de sus regiones.

Por otro lado, el patriotismo, es otro elemento de identidad nacional que da atención y relevancia a la lealtad al lugar donde se nace, más allá de la unidad política que representa. Sócrates, por ejemplo, identificó al patriotismo como parte de la ciudadanía activa que lo diferenciaba de quienes le acusaron en el juicio histórico que lo llevó a la muerte. Cuando Macron dijo que él sentía lealtad a su patria, pero al mismo tiempo deseo de cooperación con otras naciones, le dio un sentido distinto a la construcción del concepto.

La discusión es relevante, por el contexto en que se da, que es el espacio histórico de configuración del orden mundial del siglo XX. Pues el contenido del discurso, se convierte en política pública cuyo impacto puede redefinir los entendidos sobre los que se basan los acuerdos de interacción internacional hasta ahora. Si bien Trump los ha desafiado y ha buscado sacar a los Estados Unidos del espacio internacional, su presencia representa aún un contrapeso a otros verdaderos nacionalistas que si pueden generar caos regional, e internacional, si buscan llenar el vacío que se presente. Rusia, Turquía, China, Polonia, Hungría, Brasil, México, y otros países, tienen líderes nacionalistas que en conjunto, pueden generar un impacto relevante ante el resurgimiento de dicha corriente.

Fuente: Forbes


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