La popularidad del Presidente


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Todo un fenómeno ha resultado la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador en los ámbitos nacional e internacional. ¿A qué se deben las altas calificaciones que obtiene, a pesar de controversias que a cualquier mandatario le disminuirían la aceptación ciudadana?

El reciente episodio en Culiacán ratifica su fortaleza. Algunos analistas aseguraban que caería su aprobación y no fue así; de acuerdo con las principales encuestadoras del país, solo disminuyó un punto porcentual.

Hasta ahora AMLO ha sorteado situaciones como los cuestionamientos a Manuel Bartlett, la tragedia donde perdieron la vida la gobernadora de Puebla, Martha Érika Alonso, y su esposo Rafael Moreno Valle; la crisis de migrantes, las protestas violentas de grupos sociales, y el caso Bonilla, en Baja California, entre otros.

El Presidente se ha deslindado de lo que pone en tela de duda su forma de hacer gobierno y de visión de la política, como pudimos constatar con su amago de dejar Morena.

Para él, cuidar su trayectoria y principios es esencial, está resuelto a no pasar a la historia como un Presidente represor y sí como un empecinado pacifista. Una primera explicación de su popularidad puede encontrarse en el margen de maniobra que se le ha otorgado. Los mexicanos entienden lo complejo que resulta establecer las bases de la cuarta transformación.

Todo ejercicio de gobierno genera un desgaste político y el bono democrático tiene fecha de caducidad, pero la habilidad de López Obrador para comunicar, está comprobado, le suma adeptos.

La lucha contra la corrupción e impunidad, la supresión de gastos superfluos en la esfera pública, su recorrido permanente por el país y su declarado propósito de avanzar hacia la justicia social, se cuentan entre sus principales activos.

La narrativa de su épica lucha mantiene la mirada crítica hacia minorías privilegiadas, quienes desde el poder recibieron contratos, exenciones fiscales y trato preferencial de los sistemas judicial y de procuración de justicia.

Los programas sociales Jóvenes Construyendo el Futuro, Apoyo a Adultos Mayores (duplicando a estos últimos el monto que se les asignaba), Sembrando Vida, el apoyo a las personas con discapacidad y madres solteras, le dan una gran reserva de popularidad; esos siempre les serán fieles.

Sin embargo, la inseguridad es el gran pendiente. Desterrar la violencia es un proceso complejo y llevará tiempo lograrlo.

Por otro lado, la economía se contrae, cerca ya de concluir 2019 la tasa de crecimiento económico es apenas de 0.1 por ciento del PIB, en tanto que la tasa de desempleo en septiembre de 2019 mostró un aumento (3.5 por ciento) respecto a septiembre de 2018 (3.4 por ciento).

Esperamos que el próximo año, pagado el costo de aprendizaje, estas variables mejoren.

Thomas Piketty, profesor de la Escuela de Economía, en París, plantea en su libro El capital en el siglo XXI, que la distribución de la riqueza es una de las situaciones más controversiales y debatidas de la actualidad.

El crecimiento económico, reflexiona en el capítulo “Un Estado social para el siglo XXI”, debe trasladarse en una redistribución que no se traduzca en “transferir las riquezas de los ricos a los pobres”; y sí en una mejoría en la calidad de vida de la población a través de mejores servicios en salud, educación y las jubilaciones.

Esta visión de un país con más igualdad, la suscribe el Presidente.

Pero los sueños son como pompas de jabón, que se desvanecen al contacto con la realidad.

Espero por el bien del país y de los que menos tienen, que López Obrador cumpla con sus propósitos.

Fuente: Milenio